Cada día trae nuevos signos ominosos de una inminente invasión rusa de Ucrania. Moscú acumuló más de 100.000 soldados en la frontera con Ucrania, retiró a las familias de los diplomáticos de la embajada rusa en Kiev y desplegó tropas en la vecina Bielorrusia para ejercicios militares conjuntos no planificados con el ejército bielorruso, lo que sugiere que podría atacar a Ucrania en múltiples frentes.

Ocho años después de que Rusia anexó Crimea y apoyó un movimiento secesionista en el este de Ucrania, el presidente ruso, Vladimir Putin, parece estar listo para otra incursión en el vecino occidental de Rusia. En respuesta a la agresión sostenida de Rusia, Kiev se ha acercado cada vez más a la OTAN, que ha proporcionado armas, apoyo táctico y asesores militares al ejército ucraniano. Putin ahora busca detener la expansión de la alianza hacia el este y asegurar el exterior cercano de Rusia, recreando la esfera de influencia que una vez disfrutó la Unión Soviética. Los esfuerzos de Washington para negociar una resolución pacífica del enfrentamiento han fracasado hasta ahora, y Moscú ha continuado su aparente marcha hacia la guerra.

Sin embargo, es poco probable que cualquier intento ruso de apoderarse de Ucrania se limite a los dominios militares tradicionales. Probablemente también se desarrollará en el ciberespacio, donde Moscú ha estado librando una campaña implacable contra Ucrania durante casi una década. Desde 2014, los piratas informáticos afiliados al gobierno ruso han interferido en las elecciones de Ucrania, han atacado a las agencias gubernamentales ucranianas y a las empresas del sector privado con malware destructivo y han llevado a cabo ataques cibernéticos contra las empresas de servicios eléctricos que provocaron apagones generalizados. En las últimas semanas, el gobierno de Ucrania se ha visto afectado por una serie de ataques cibernéticos, posiblemente realizados con el apoyo del Kremlin, que desfiguraron los sitios web del gobierno y borraron los datos de algunas computadoras del gobierno. Los piratas informáticos se apoderaron de los sitios web de numerosos departamentos y agencias, incluido el del Ministerio de Relaciones Exteriores, dejando una amenaza de filtración de datos privados y una advertencia ominosa para el público ucraniano: “Tengan miedo y esperen lo peor”.